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2do Premio del Concurso de Ensayos sobre “La Rebelión de Atlas”. Ensayo por Juan Diego Camacho Orellana

Dos Dilemas en La Rebelión de Atlas

La Rebelión de Atlas es la obra maestra de Ayn Rand, la cual ha generado varios debates en torno a la libertad individual, la justicia y el papel del estado en las relaciones sociales. En la novela nos presenta personajes que luchan por la libertad defendiendo sus ideales de la mediocridad y del colectivismo. La novela presenta a partir de sus personajes distintas dicotomías que estos han de resolver. En este ensayo se examinará dos contradicciones que los héroes de La Rebelión de Atlas han identificado y veremos como pueden ser solucionados o como efectivamente lo solucionaron los protagonistas. Como primera aparente contradicción analizaremos dos visiones de la sexualidad humana, una que considera el sexo como algo sagrado, humano y placentero; y otra que lo presente como pecaminoso y algo culposo. Como segunda aparente contradicción presentaremos la dicotomía entre los derechos individuales y los
derechos colectivos, una discusión que se toca constantemente en la trama de la novela.

El sexo como profano y como sagrado.

Hank Rearden al casarse con su esposa se deja influenciar por ella en su concepción sobre la sexualidad. Para Lilian como para Hank el sexo es algo no deseado, un mal necesario inherente a la naturaleza humana en tanto que esta tiene algo de animal. En este sentido, la sexualidad se presenta como algo
penoso que genera culpa a Hank –por desear—y una obligación a Lilian de cumplir con aquel deseo. Para Lilian “los hombres tenían instintos repulsivos, que constituían la parte mas secreta y desagradable del matrimonio” (pág. 188) por ello, miraba condescendientemente a Hank cuando deseaba acostarse con
ella y alegaba que el sexo es “el pasatiempo más indigno que conozco (…) pero en realidad nunca abrigué la ilusión de que el hombre fuer a superior a los animales” (pág.188). Hank adopta la misma posición que Lilian debido a la culpa que siente por desearla sexualmente, llegando a la conclusión de que “tal necesidad era un sentimiento malvado” (pág. 188) y por ello, sentía un odio hacia aquel deseo.

En la medida en que el sexo es algo penoso y sobre todo un mal constituido en pecado, la abstinencia se considera una virtud, de esta forma, Hank ve a su mujer como algo puro, casto e incapaz de concebir el deseo sexual.

La primera muestra de antagonismo ante esta visión será cuando Hank le sea infiel a Lilian con Dagny Taggart, a partir de allí, se puede ver como la visión de Hank se enfrenta dialécticamente a la visión de Dagny. Por un lado, se ve una visión reivindicando el sexo como un mal necesario, como pecaminoso, y por otro, como algo sagrado y digno.

La primera vez que Hank se acuesta con Dagny a la mañana siguiente, este hace notar su culpa y su desprecio ante sus acciones. En un diálogo muy claro, Hank acusa a Dagny y a sí mismo de ser animales e incluso llama prostituta a Dagny. Él desprecio aquel momento en la medida en que Dagny se rebajó a esos “instintos animales” de los que hablaba Lilian y se decía a sí mismo “he cedido a un deseo innoble, un deseo que ha rebajado mi mente, mi voluntad, mi ser, mi capacidad de existir, a una abyecta dependencia de ti; no de esa Dagny Taggart a quien admiraba, sino de tu cuerpo, de tus manos, de tu boca y los pocos segundos de un estremecimiento de tus músculos” (pág. 288). En este sentido, a Hank se le presenta una gran contradicción en su forma de pensar, por un lado, piensa que el haber tenido una relación sexual con Dagny implica haberla ensuciado y rebajado, por otro, deseaba repetirlo. La contradicción se da entre lo que debería hacer y lo que realmente quiere. Según Hank, no debería acostarse ni tener deseo sexual alguno por Dagny, pero aun así lo quiere: “Voy a tenerte, daría todo lo que tengo por eso” (pág. 288) le dijo a Dagny la misma mañana en la que la acuso de prostituta.

Sin embargo, en esa misma mañana Dagny nos deja ver una concepción totalmente opuesta a la de Hank. Ella, al contrario que Hank, no siente remordimiento alguno, no piensa que cometido alguna falta moral.

Ella estaba al tanto de ese concepto que la gente tenía, de una u otra manera, sobre el sexo, según el cual todo lo relativo a las relaciones entre hombre y mujer no era más que debilidad de la naturaleza humana que debe condenarse en forma implacable. Pero experimentaba una emoción de castidad que la ayudo a no retroceder ante los deseos de su cuerpo. (pág. 135)

Dagny no sentía remordimiento ni pena alguna porque sabia que la concepción que Hank sostenía era errada. Al contrario que Hank, para Dagny la sexualidad es algo a disfrutar, una cuestión fundamental a la hora de festejar los valores más íntimos de los seres humanos. En la escena sexual de ambos personajes, el narrador nos deja claro esta premisa: “El camino los había conducido a ese momento donde, en respuesta a los más altos valores personales, con una admiración no expresada por ninguna otra forma de tributo, el espíritu se convierte en cuerpo y lo remodela” (pág. 285) en esa medida, la consumación del acto sexual se constituye como una sanción o reconocimiento a las virtudes y valores de la pareja. Se trata de una relación recíproca de fundada en el amor, un acto de justicia donde ambos se reconocen lo más bello de sus almas y lo traducen mediante su cuerpo en el sexo.

El sexo es un reconocimiento a los más altos valores, Dagny lo tiene claro. Mientras Hank se lamenta, ella se siente orgullosa, merecedora y feliz por haberse acostado con él: “Te consideras culpable y yo, en cambio, lo creo un honor” (pág. 289) y más adelante sostiene que su mayor triunfo fue acostarse con Hank, porque se lo ha merecido.

Posteriormente, la posición de Hank se ve mucho mas comprometida cuando Dagny lo enfrenta directamente preguntándole “¿Te das cuenta de cual es tu verdadera culpa? Aunque tienes toda la capacidad, jamás has aprendido a disfrutar, siempre rechazaste con demasiada facilidad tu propio placer, siempre estuviste dispuesto a soportar dolores” (pág. 471), en el mismo sentido, semejante reproche también es dado por Francisco D`anconia, de hecho, Francisco es que al darse cuenta del dilema que posee Hank le sugiere revisar sus premisas, de esta forma, Francisco le dice a Hank que “la elección sexual de un hombre es la suma y resultado de sus convicciones fundamentales” (pág. 537). Es así como Hank se va dando cuenta de su dicotomía. Sobre este aspecto, Francisco le explica a Hank en términos mucho más explícitos el error de su forma de ver la sexualidad, él le dice: “No busca conseguir un valor, sino expresarlo. No existe conflicto entre los valores de su mente y los deseos de su cuerpo” (pág. 538).

Dicho lo anterior, Hank empieza a darse cuenta de su error, de su dicotomía entre lo que debe hacer y sus deseos. La solución ya la brindo Francisco y Dagny, el debe de olvidar dicha premisa y entender que sus valores son compatibles con sus deseos, que la sexualidad no es ningún pecado sino que es una forma de valorarse, de amar y de sentir orgullo. El sexo, bajo este sentido este lejos de ser algo pecaminoso como en un principio sostenían Hank y Lilian, sino que es algo sagrado, sagrado en el sentido de que es valioso en la vida humana. No obstante, si bien la solución al problema en términos conceptuales nos la da Francisco y Dagny, Hank no lo termina de interiorizar sino mucho después y Dagny es consciente de aquello.

Cuando Hank se ve liberado de sus ataduras, cuando por fin ve en la sexualidad un acto de dignidad Dagny se da cuenta. En un encuentro sexual entre ambos, ella entendió su intensidad “constituía la rebelión de Rearden contra el mundo que los rodeaba, contra la aceptación de lo degradado y de lo
bajo, contra el largo tormento en sus días inútiles y de lucha sin luz” (pág. 699), de esta forma Hank había dejado de sentir culpa y se había rebelado contra la culpa, él había logrado seguir los consejos de Francisco y Dagny, había revisado sus premisas y eso se tradujo en su rebelión, en una cuestión práctica expresada en la realidad.

El individualismo y el colectivismo

La Rebelión de Atlas explora constantemente la tensión entre los derechos individuales y el colectivismo, de hecho, podría decirse que es uno de los grandes conflictos de la novela. Por un lado, vemos como empresarios como Hank Rearden, Dagny Taggart, Ellis Wyatt están siendo poco a poco asfixiados
por las políticas económicas, impidiéndoles hacer su trabajo con libertad. Por otro, vemos como al mismo tiempo estos intentan hacer algo para resistir. Esto se constituyó en una contradicción, porque mientras la gente independiente y racional requiere libertad, el colectivismo requiere coartarla y supeditar al “bien
común”. Esta es una de las grandes contradicciones a la que los personajes se enfrentan, la gran parte de las luchas de los héroes se debe a una lucha contra la idea del colectivismo.

A pesar de que la contradicción entre ambas concepciones de la vida esté presente en toda la novela, quien se da cuenta de aquella contradicción identificando filosóficamente las implicancias de ambas concepciones es John Galt, el héroe y portavoz por excelencia de la filosofía de Ayn Rand.

Galt descubre las premisas filosóficas que estaban llevando a Estados Unidos a la crisis: el colectivismo. También identifico por completo la esencia del colectivismo, una filosofía que estaba destinada a parasitar a los productores, a las mentes encargadas de llevar en sus hombros al mundo. Galt entiende que el colectivismo es una filosofía vacía de contenido, que se define solo en referencia a su positivo, es decir, el individualismo. Para que el colectivista pueda existir, debe de haber alguien a ser parasitado, para que existan subsidios, impuestos, nacionalizaciones, debe de haber alguien a quien imponer esos impuestos, a
quien nacionalizar, estos son los productores, personas que sabiéndolo o no trabajan bajo sus propios intereses, es decir, siguiendo una perspectiva individualista. El individualismo no requiere al otro para existir, sino requiere la autonomía y la libertad del ser humano, en esta concepción, las relaciones sociales respetan la individualidad del otro, tratándolo no como medio sino como un fin.

Que el colectivismo sea una filosofía que se define en referencia a los hombres productores es notable si analizamos a Ellis Wyatt. Wyatt es un empresario petrolero muy exitoso y dueño de Wyatt Oil una de las empresas más rentables del país. A pesar de su éxito, una de las grandes trabas que se le presenta a este empresario es el gobierno, el cual que pretendía subirle los impuestos, sustentándose en una visión colectivista del mundo. De esta manera, a Wyatt se le obligaba a “pagar el sustento de aquellos que con su trabajo contribuirían a atarlo y no permitirle una vida tranquila” (pág. 373). Wyatt estaba atado por un gobierno que no respetaba al individuo. Sin embargo, Wyatt no se quedaría con los brazos cruzados y decide rebelarse dejando en llamas toda su empresa con el siguiente mensaje: “DEJO ESTO TAL COMO LO ENCONTRÉ TÓMENLO. ES DE USTEDES” (pág. 374). Después de ello, Wyatt desaparece.

La desaparición de Wyatt no es un hecho aislado y mucho menos aleatorio. Es algo deliberado que tiene como autor a John Galt. Debido a que Galt se da cuenta de la naturaleza del colectivismo, logra entender que el colectivismo no funciona sin víctimas, su solución es clara: eliminar a todo lo que el colectivismo considere malo, es decir, a los hombres productores.

Tu ideal tenía un enemigo implacable y tu código moral fue diseñado para destruirlo. Yo lo he eliminado a ese enemigo. Te lo he quitado de en medio y lo he puesto fuera de tu alcance. He eliminado la fuente de todos esos males que estabas sacrificando uno a uno. He puesto fin a tu batalla. He detenido tu motor. He quitado de tu mundo la razón humana (pág. 1084)

Al darse cuenta Galt que el colectivismo requiere de víctimas para su sustento, decidió quitar dicho sustento en un acto de rebelión contra el código moral colectivista. La lógica de Galt es la siguiente: si el código moral colectivista requiere de gente productora para existir, eliminado a los productores, se
desenmascara la naturaleza deplorable de aquella filosofía. Eso es lo que hace, Galt elimina a los productores de la vida de los colectivistas, no matándolos, sino reclutándolos para su huelga.

Viendo la gran contradicción y malestar que generaba el colectivismo, Galt decide rebelarse y crear una solución al problema, decide llevarse a todos los hombres productores y racionales que quedaban en Estados Unidos creando el valle de Galt.

El valle de Galt es un lugar donde el individualismo prospera. Los habitantes del valle fueron escogidos deliberadamente por Galt bajo el criterio de la excelencia, son personas comprometidas con su trabajo y, sobre todo, con una concepción individualista de la vida. En contraposición, la civilización que dejan atrás los genios productivos, se desmorona, no prospera y entra en una profunda crisis. En ese sentido, el valle de Galt representa la eliminación de la dicotomía entre el individualismo y el colectivismo, para darle primacía al individuo en la medida en que solamente esta concepción de hombre y de su vida permite que se desarrolle y piense por su cuenta.

Conclusión

En conclusión, este ensayo explora dos contradicciones aparentes entre el sexo como sagrado o pecaminoso, y la tensión entre individualismo y colectivismo. Los personajes luchan con estas contradicciones, en el caso de la sexualidad entienden que esta puede ser una expresión positiva de valores; en el caso del individualismo y colectivismo, el personaje de Galt crea el valle de Galt con el fin de prosperar sin ser parasitados por el gobierno. Ambas situaciones expuestas necesitaron un análisis filosófico para ser superadas. Hank tuvo que entender la naturaleza de la sexualidad humana, mientras que John tuvo que entender la naturaleza humana en general y la del colectivismo, para así abogar por el individualismo y rebelarse contra el colectivismo dándose cuenta que en realidad, las contradicciones no son reales. Estas dos situaciones de la novela nos invitan a reflexionar sobre la importancia de los valores en la vida de uno, lo cual demuestra la vigencia de esta novela para la vida real.

Ensayo escrito por Juan Diego Camacho Orellana, ganador del Segundo Premio del Concurso de Ensayos sobre “La Rebelión de Atlas”, de Ayn Rand.

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